ACIDOSIS RUMINAL
En el pasado se pensaba que la acidosis ruminal subclínica era sólo posible en rebaños que consumían grandes cantidades de concentrado. Hoy, en cambio, se sabe que en vacas a pastoreo del sur de Chile ocurre de forma común.
Dr. Pedro Meléndez
Frente a estos cuadros de acidosis aguda, se ha tenido que enfrentar el manejo alimentario de las vacas de forma estratégica. En ese contexto, el uso racional de subproductos ricos en azúcares de fácil fermentación, aparecen como una herramienta indispensable. Cuando la vaca presenta cuadros de acidosis láctica, el pH del rumen disminuye a cifras menores de 5,0, lo que indudablemente hace imposible la vida de muchos microorganismos normales del rumen y una adecuada fermentación de los alimentos. Un pH normal para un adecuado funcionamiento del rumen y sus microorganismos oscila entre 5,8 y 6,8.
La historia no termina aquí
Esta acidosis láctica fue muy común cuando recién se empezó a alimentar a los bovinos con productos ricos en carbohidratos solubles (granos de cereales, melaza). Con el tiempo, el ser humano empezó a manejar de mejor forma estos productos y sus dietas asociadas, evitando la aparición de cuadros severos de acidosis ruminal.
El problema ha sido que lentamente se ha empezado a instaurar una serie de cuadros solapados de acidosis ruminal, conocidos como Acidosis Ruminal Subaguda o Subclínica (SARA en inglés). Estos cuadros de SARA ya no se caracterizan por un acumulo excesivo de ácido láctico, sino por una sobreproducción y acumulo excesivo de los ácidos acético, propionico y butírico junto con una pequeña cantidad de ácido láctico. Esto se debe a que las vacas lecheras, en la actualidad, ya no consumen los 24 kg de materia seca que solían, sino que incluso pueden llegar a 30 kg de materia seca. Por otro lado, para lograr las metas productivas, las dietas cada vez son menos ricas en fibra efectiva y más ricas en azúcares de fácil fermentación. Esto determina que al haber menos fibra disponible para el animal, hay menos tiempo que se gasta en el proceso de rumia y, por ende, una menor producción de saliva. La saliva de la vaca es muy rica en bicarbonato y fosfatos, que son amortiguadores de la acidosis ruminal, debido a que actúan como bloqueadores de los ácidos producidos en exceso. A modo de recomendación, se sugiere evaluar constantemente el porcentaje de vacas rumiando a todo momento durante el día. Una vaca normalmente debería gastar entre 10 y 12 horas al día en rumiar, para producir la saliva suficiente para evitar los cuadros de SARA. Esto significa que a todo momento debería haber entre 45% y 50% de los animales rumiando, sin contar en el denominador a las vacas que duermen, comen y beben agua. Si el porcentaje es menor a 45%, hay que empezar a preocuparse.
Con el correr del tiempo, se empezó a observar que más importante que el valor absoluto de pH del rumen en un momento determinado, era el tiempo (horas) que el rumen pasaba con un pH bajo. Por ejemplo, un rumen que alcanza un pH de 5,5 con cierta comida, durante una hora, pero que luego aumenta a 6,0 en forma vertiginosa, quizás es menos peligroso que una vaca que permanece con pH 5,7 por 4 a 6 horas.
La detección de la acidosis en las vacas
El primer indicio de cuadros de acidosis en las vacas, es que el rebaño presenta una producción más baja de lo esperado. Otro indicador importante es la depresión en el porcentaje de la grasa de la leche que se obtiene y la inversión de la relación grasa/ proteína de la misma.
Observando los animales, se pueden presentar características en las fecas, las cuales se verán más blandas de lo normal. También habrá presencia de burbujas y olor rancio, aunque esto no es un signo decidor. De igual forma, se pueden observar restos de granos y fibra sin digerir y vestigios de mucosidades que se asemejan a restos de tejidos membranosos similares a la retención de placentas. Estos tejidos son restos de los revestimientos de la mucosa intestinal que son descamados producto del efecto irritativo de los ácidos.
ARTICULO COMPLETO ACIDOSIS RUMINAL: UN CUADRO MAS COMUN DE LO QUE SE CREE