VACAS CON AIRE U ORINA EN LA VAGINA
– primer grado, en el que la laceración solo afecta a la mucosa o la piel;
– segundo grado cuando se afectan los tejidos más profundos como la musculatura de la vulva y del vestíbulo vaginal, rompiéndose el techo del vestíbulo vaginal y el periné; y
– tercer grado cuando el desgarro se extiende hasta el ano e incluso la parte terminal del recto.
Pero… ¿Cómo son de importantes la neumovagina y la urovagina?
¿Cuál es su prevalencia?
Los datos que nos encontramos en los trabajos publicados son variables. Esa variación es debida a dos factores principales, las granjas y los veterinarios que los registran. Las diferencias entre granjas dependen de los factores de riesgo presentes en cada explotación y las diferencias de los métodos empleados entre veterinarios para el diagnóstico.
Las prevalencias citadas, en lo que a desgarros vaginales se refiere, oscilan entre el 2,3 y el 3,9%; en neumovagina entre el 0,8 y el 19,2%; y en urovagina entre el 2,3 y el 15,4%. Evidentemente, las prevalencias para cada uno de los problemas citados no se suman ya que es muy común que una misma vaca tenga dos o las tres patologías al mismo tiempo. En nuestra experiencia cotidiana es común encontrarnos con medias del 2 al 3 por ciento de vacas afectadas.
¿Qué problemas causan estas patologías? Evidentemente afectan a la reproducción, especialmente la urovagina. La orina produce vaginitis por irritación y por el crecimiento de bacterias nocivas, muy especialmente Escherichia coli. Esa infección frecuentemente se extiende hacia el útero produciendo endometritis.
Además, la orina es espermicida. Por todo ello se reduce la fertilidad de las vacas afectadas y en los casos más severos causa esterilidad. Respecto a este tema el trabajo de los japoneses Gautam y Nakao, publicado en el 2009, es el más citado. Comprobaron, entre muchas otras cosas, que las vacas con urovagina clínicamente relevante (casos moderados y graves), en comparación con las vacas sin urovagina, tenían un riesgo de endometritis del 36,4% frente al 9,2%; una disminución de la tasa de inseminación del 48%; una disminución de la tasa de preñez del 65%; un número medio de inseminaciones por preñez de 5 frente a 2; una media de días abiertos de 370 frente a 136; o un riesgo de ser eliminadas por razones reproductivas 9,54 veces superior.